Estimado lector:
Gracias por dejarme entrar, aunque sea un poco, en tu historia.
Este libro que hoy tienes en tus manos se llama Las que no vuelven. El título no fue elegido al azar. Es el nombre de uno de los primeros poemas que compartí en público, en una presentación de letras en línea. Recuerdo con absoluta claridad la primera vez que lo leí; ese día estaba nerviosa.
Y eso que solo había ocho personas conectadas viéndome a través de la pantalla. Ocho. Era una lectura virtual modesta, de autores emergentes.
Y sin embargo, yo temblaba. Me sudaban las manos, se me entrecortaba la voz. Y no era por el miedo escénico. No, sino por lo que se exponía:
mis heridas, mis palabras, mi poesía.
Estaba abriéndome como nunca antes.
Y fue ahí que algo se volvió claro: YO SOY POETA. Ese día me reconocí. Ese día acepté que escribir no era un pasatiempo.
Ese día me abracé con honestidad por primera vez.
Después de aquella primera presentación, todo lo demás fue una cuestión de tiempo, y de apoyo, hasta que finalmente se materializó.
Este libro existe porque hubo personas como tú que creyeron en mí, y lo hicieron posible. Por eso, gestos como el tuyo no son menores.
Al comprar este libro, estás abrazando la historia de una escritora mexicana, veracruzana, que escribió mientras todo en su vida se deshacía; que corrigió este manuscrito mientras sanaba heridas que nadie veía. Gracias, al apoyar este proyecto literario, me recuerdas que todavía hay personas que creen en la escritura,
que valoran el arte,
que confían en que lo hecho con el alma...
Ojalá encuentres entre mis versos alguna palabra que te abrace.
Lo que espero regalarte es un poco de compañía. Que te sientas menos solo en tu proceso. Que reconozcas algo de ti en estas páginas.
Las que no vuelven está hecho de noches sin dormir, de adioses que se alargaron más de la cuenta, de esperas inútiles y, en el centro de todo, de una decisión valiente.
Espero que, cuando llegue tu momento, también puedas encontrar en ti esa fuerza, esa valentía.
Y si hoy estás en medio de un duelo, de una despedida, o a punto de tomar una decisión... recuerda que, aunque hoy duela, hay una vida que te espera.
Para llegar a ella, a veces hay que decir adiós: a personas, a versiones de uno mismo, a lugares, incluso a una parte de nosotros.
Es un acto necesario, aunque eso implique atravesar la tristeza.
Quiero que encuentres esa vida donde puedas ser feliz, donde puedas sanar y crecer. Porque te lo mereces, con todo lo que has vivido y con todo lo que eres.
Te veo del otro lado.
Con todo mi cariño y agradecimiento
Is González
Autora de ‘‘Las que no vuelven’’.